El último día de Jorge Lanata estuvo marcado por la serenidad, la despedida y el amor de quienes lo acompañaron hasta el final. Así lo reveló Elba Marcovecchio, abogada y pareja del mítico periodista, en una entrevista con +CARAS, donde relató con emoción los momentos finales de su vida y la sentida despedida junto a su hija.
Vivir como si fuera inmortal
Al recordar a Lanata, Marcovecchio se muestra emocionada. Lo describe como alguien que vivía como si fuese inmortal, una característica que ella misma llegó a creer. A casi un año de su partida, reconoce que aún siente su presencia en la casa y remarca la admiración que sentía por el periodista.
“Él no creía que se iba a morir”, asegura, aunque subraya que finalmente se fue en paz y rodeado de amor. La abogada relata que los últimos meses fueron complejos, pero que Lanata mantuvo la serenidad y el cariño de quienes lo rodeaban.
El momento del adiós
Marcovecchio recuerda con detalle el instante en que los médicos le comunicaron que no podían hacer más nada por él. Uno de los profesionales, a quien elogió por su humanidad, le dijo: “No tiene nada. Si no tiene nada, no podemos hacer nada.”
Esa frase, acompañada de un abrazo, fue un golpe tremendo, pero también un momento cargado de significado. “Hay veces que en el silencio se dice mucho”, reflexionó.
Consciente de la situación, Elba se entregó a la fe y la oración, rezando para que todo se resolviera. “Rezaba, rezaba y rezaba, soy muy católica, para que saliera. Pero él empezó a estar en paz… y llegó la despedida. Y lo más importante es eso, que se fue en paz. Y se fue amado”, contó.
La despedida junto a su hija
Elba narró que los médicos permitieron a la familia entrar a despedirse de Lanata. Valentino, su hijo mayor, prefirió no hacerlo, pero Allegra, la menor, sí quiso acompañar a su padre. Madre e hija compartieron ese último momento, dejándole palabras llenas de gratitud y afecto.
“Me salió con ella. Estábamos ahí las dos y le agradecemos que nos haya bendecido con haber estado en nuestras vidas. Jorge fue una bendición”, concluyó Marcovecchio, visiblemente emocionada.